martes, 6 de febrero de 2018

De usos y abusos

   

     Hace ya más de cien años que algun periódico advertía sobre los problemas de contaminación por combustibles fósiles y del calentamiento global. Desde entonces los humanos hemos aprendido demasiado poco para lo mucho que avanza la ciencia.

     Empecemos recordando que apenas hemos sustituido el carbón, al que el viejo artículo hacía referencia, por otros productos como el gas o el petróleo. Cuando los pozos del Golfo Pérsico han empezado a fallarnos o se nos ponen intratables por otras razones, nos lanzamos a fracturar y rebuscar por otros lares -Y no solo en sentido figurado esto de la fractura- aplicamos nuestros avances para enriquecer plutonio y seguimos escarbando en otro suelo. Cuando nada de esto funciona o las boinas no nos dejan ver el bosque, nos aprestamos a llenar los campos de espejos y molinos que nos proporcionarán "energías limpias" ¿Limpias de qué? Sin duda de culpas, el resto está bastante menos claro . Usando paneles solares nos sentimos más cercanos a la madre naturaleza, hasta encendemos la televisión o el router con expresión beatífica y nos aprestamos a culturizar a los vecinos en sostenibilidad.¡Qué cuquis!.Todo menos asumir que somos nosotros mismos, nuestros modos de abusar del planeta,  los que resultan insostenibles.

     El problema no está en el dedo que señala a la torre de refrigeración de la central o al molino eólico, el verdadero problema está en que NO DEBERÍAMOS EMPEÑARNOS  en vivir a 25ºC cada minuto de nuestras vidas, ni en que llegue el Wifi a cualquier lugar del planeta a cualquier precio. Está en que ducharse tres veces diarias, tener piscina individual, dormir en pelota picada en pleno invierno (por mencionar solo algunos)..... NO SON DERECHOS HUMANOS y en que secar la ropa en menos de dos horas para tenerla lista esa misma tarde no tiene pies ni cabeza cuando se habla de respeto por el medio.

     Por mucho que cambiemos de fuente, si no cambiamos el modelo social, acabaremos causando daños más allá de los imaginados, porque los molinos y los paneles también ocupan territorios que eran de aves, lagartijos o escorpiones, porque para tener hidroeléctricas se necesita construir saltos de agua y modificar cursos, porque cualquiera que sea el calor que generamos, obviamente calienta y porque cualquiera de los elementos empleados para esa producción energética, acaba deviniendo en desecho cuando envejece.

     Durante siglos, muchísimos, los humanos usaron de su entorno y se fascinaron con el entornno de otros durante sus viajes, comerciaron e intercambiaron entendiendo que había límites y aprendieron a especiar y salar alimentos, a adecuar sus dietas, sus calendarios de actividad y sus atuendos al clima y a construir sus hogares del modo más adaptado tanto a sus modus vivendi como  a humedades, vientos y calores del lugar en que se asentaban. Y así, no era igual una aldea vikinga que una en Indonesia ni otra en Marruecos. Ahora que tanto sabemos, todas las ciudades primermundistas se parecen y todos los ciudadanos que en ellas viven quieren hacerlo del mismo modo y quienes esto gestionan se ocupan en convencernos de que es óptimo y de que podemos, de que a lo sumo, va a ser cuestión de dinero, pero hasta para eso hay remedio- no en vano se han inventado los cómodos plazos.

     El humano occidental se ha empeñado en que no haga frío ni calor en su entorno, en que haya nísperos o mandarinas en su frutero cualquiera que sea el momento del año y en que nada de eso tenga consecuencias y, claro, no puede ser. Para que todo eso suceda hace falta transportar, calentar, refrigerar por encima de nuestras posibilidades.Cuanto más tardemos en asimilarlo, peor para todos.

     Entre la pobreza energética que mata y lo que están promoviendo por el otro extremo hay un punto más cercano al equilibrio que urge recuperar, porque de lo contrario, en poco tiempo, no va a haber alternativa que valga.
   

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