miércoles, 4 de enero de 2017

...Y sobre campaña, una.

     "No compres, adopta" La campaña recobra fuerzas periódicamente, por ejemplo en los aledaños de Navidad y Reyes. Algunas veces me retengo de comentarla pensando en el hipotético mal menor, pero la dolorosa realidad es que casi siempre acabo arrepintiéndome de ese silencio. Vaya por delante una aclaración para quienes pueden no conocerme y sacar conclusiones precipitadas, los animales que forman mi familia -10 en la actualidad-son adoptados.No me siento por ello mejor que muchos amigos que pagaron por sus ejemplares, incluso  los considero a ellos más fiables que a muchos adoptadores profesionalizados que por el mundo deambulan.

     La campaña que enfrenta compra y adopción es como poco incompleta  y, sin paños calientes, bastante más falsa de lo que los animales a quienes pretendemos proteger merecen. Para no  limitarme al exabrupto, voy a intentar argumentar mi postura.

     Empezando por lo fundamental ¿Cuál es el objetivo? ¿Aumentar las adopciones? ¿Reducir las compras hasta que desaparezcan? ¿Generar conciencia? ¿Todo ello en un pack? Mi percepción es que a ninguno de esos fines sirve buenamente. En cuanto a la conciencia ciudadana, limitarnos a oponer A a B sin mayores argumentos no genera una cultura respecto a la responsabilidad que debería ser, a fin de cuentas, el objetivo último. Empezar negando una opción al ciudadano, que se considera libre, suele inducir a la desobediencia -¿Quién eres tú para decirme que no?-

     Parece que opongamos compra -mercantilismo y maldad- a adopción -solidaridad y bien- para así, simplificando, conseguir resultados inmediatos. Pero hay trampa, una adopción no solo no es gratis -ni creo que debiera serlo- sino que adoptar también implica mercadear y pagar (Uno porque hay que sufragar los gastos reales -y/o ficticios-de las entidades que ofrecen los animales en adopción, dos porque podemos acabar pagando en especie y en compromisos que no siempre se circunscriben al bienestar objetivo de los adoptados).
     Existen protectores y refugios que no gastan lo que nos cuentan, aún peor, toman decisiones  de cuando menos dudosa legalidad, se arrogan competencias que no les corresponden, malversan nuestras aportaciones y nuestros afectos.

      Como hay más demanda de efectivo y de hogares que de adoptantes, se desata una batalla sorda por conseguir la "clientela", no por soterrada menos feroz. Mensajes a cual más dramático, relatos dolorosos no necesariamente verídicos... Los mejor dotados en el marketing indirecto  se consiguen padrinos famosos que declararan a quien quiera escucharlos las delicias de gratitud que sus ahijados les aportan diariamente. Bien por ellos si es de corazón. En una sociedad tan pacata como la nuestra parece que la palabra de la "celebrity" de turno pesa más que cualquier ensayo científico. Pero ojito también ahí, que hay apadrinamientos que confunden al personal con enfoques humanizantes y "disneyanos" nada recomendables para los propios animales (Todavía me escuecen las córneas recordando a un pobre mestizo recién acogido y embutido en pijama de purpurina, con las uñas pintadas de lila, junto a su pretendida mami en instagram).
     Los demás se conforman con saturar las redes de imágenes sanguinolentas o directamente vomitivas e, incluso, hay alguno que recurre a las fotos trucadas y a la maledicencia. En resumen, entran en el más repulsivo juego de los mercaderes. No "vendo" mi "producto" por mi seriedad, solvencia y dedicación, sino por lo bien que me monto el cartel o lo malos que digo que son los demás.

     Nunca me ha gustado que me mientan para convencerme de cuestiones que pueden argumentarse con seriedad.

     El daño que estas conductas causan a la lucha contra los abandonos es demasiado alto, pero parece que muchos procuramos callarnos por ese pretendido bien mayor. Procuramos mirar adelante sin tomar plena conciencia de la basura que va amontonándose en el camino. La inmundicia, además de mancharnos también a nosotros, malbarata los esfuerzos honestos.

      Estoy segura de que  hay muy buenas personas,  algunas sencillamente equivocadas,  y muchos aspectos opinables en esta materia, pero los que no lo son, hacen tanto mal al conjunto, los errores pesan tanto...¿Es necesario engañar sobre las situaciones reales, adornar,fingir, exagerar cuando hay tanta verdad tremenda y tantas personas con buena disposición? ¿Es oportuno estafar siquiera emocionalmente a quienes de buena fe ayudarían a atender un caso? ¿Es siquiera lícito? Yo entiendo que no y que va siendo hora de que no todo valga.

       Doy unos pasos atrás. Es cierto que se necesitan hogares, familias y voluntarios y no es menos verídico que un animal adoptado puede ofrecer emociones y sensaciones  gratas cada día de su vida, pero ¿Y si no fuera así? ¿Y si el animal no tuviera el menor interés en "mostrarme su gratitud"? ¿Y si no pudiera yo contarle al mundo anécdotas reseñables sobre nuestra convivencia? ¿Sería él menos digno de auxilio?¿La merece menos el animal que sencillamente no tiene casa, aunque nadie lo apaleara, ni explotara, ni se desentendiera de sus cuidados médicos? ¿Por qué razón adopto realmente? Pues siendo honestos con nosotros mismos-que bien nos cuesta- por cierto egoismo reorientado. Me siento bien conmigo mismo, me gusto un poco más como persona, recibo afectos, me compensan emocionalmente... Podéis negar con la cabeza o dejar la lectura en cuanto queráis, pero vosotros y yo sabemos que un poquito de verdad he escrito ¡Y no es malo admitirnoslo! Si bajamos del pedestal de "estupendez" en que nos habíamos subido, podremos ser más efectivos en lo que importa. Sí, somos falibles, imperfectos, sencillamente humanos, pero aún así, podemos hacer de esa característica una herramienta valiosa.

     Otra parte inevitable del asunto es denostar y culpabilizar a los criadores con generalizaciones no solo injustas, sino bastantes veces, falsas. No es así como haremos conciencia si el objetivo es que dejen de comercializarse seres vivos. Como suele decirse, la mentira tiene patas cortas y si se descubre, resta fuerza a todo el conjunto de objetivos. Mi criterio es que deberíamos comenzar siendo justos y creando otra cultura,  si lo que practicamos es una suerte de xenofobia inversa, no tenemos más fuerza moral que aquellos a quienes nos oponemos.
     Vamos a pensar en frío. Creamos que solo ven a sus animales como un producto. Si alguien oferta como excelente una mercancía, tiene que hacer honor a la oferta, en este caso, animales óptimos. Para ello necesitará estudio, selección, dedicación, alma, dinero y esfuerzo físico en cantidades más que notables. Quien no esté dispuesto a todo ello, no será excelente en lo suyo. Un buen criador tiene que poder ofrecer ejemplares mental y físicamente sanos y con garantías. Para que eso sea así, ni pueden sobreexplotarse las madres, ni pueden separarse precozmente los cachorros, ni puede excluirse la socialización infantil, ni pueden alojarse y alimentarse de mala manera ni, por supuesto, puede renunciarse a la higiene y a la sanidad (Solo si cada cría permanece con adultos hasta la emancipación y la salud mental y física de dichos adultos importa también, hay equilibrio psicológico suficiente y buenas cualidades físicas) además, existen incluso quienes seleccionan también a sus clientes. Hay quienes no lo hacen así, quienes nos venderán supervivientes con carencias mayores o menores, "mercancía defectuosa". Lo sabemos también por cualquier otro producto del mercado (O deberíamos saberlo).

     Existe fraude porque existen potenciales defraudados, personas dispuestas a creer en gangas y chollos. Quien estafa es un delincuente, quien maltrata, para criar o no, es un malnacido y no valen medias tintas, pero ese argumento no puede esconder otra realidad: Nos gusta ir de listos, de triunfadores donde otros resultan pardillos y aparentar que encontramos lo que otros no supieron buscar. Luego viene la cruda realidad y, lejos de asumirla, ahuyentamos culpas. Quienes pedimos garantías y sellos de autenticidad a unos calcetines, nos creemos cualquier milonga sobre un ser vivo o dejamos que nos "informe" el enterado de turno-toda pandilla tiene el suyo- Por cada verdadero estafado hay más de una docena de "listos" (no pido que lo admitáis públicamente, bastaría con que reflexionéis sobre ello  en vuestra intimidad). Así que, igual los malos no están solo en el sector de los criadores. Me consta que también entre ellos existen excelentes personas, con un enfoque diferente del mío sobre muchas cosas, pero no todos son los maltratadores  descerebrados que pretenden contarme desde algunos ámbitos. Y, a todo esto, ¿Cuántos de vosotros ha denunciado y seguido un proceso hasta el final?

     ¡Uf! He escrito casi seguido producto, mercancía, mercado, negocio... ¿Me habré delatado? ¿Ya sabéis de qué voy? Permitidme la sorna. Hoy por hoy la cruel realidad es que comerciamos con seres vivos tanto en modo explícito-cual es este caso- como en formas encubiertas. La cruel realidad, repito, es que los humanos occidentales buscamos autoamor,  un producto abstracto, intangible, tan indefinible, tan de cada cual, que los modos de atender a la demanda se diversifican con más velocidad de la que somos capaces de percibir. Los que venden lo saben, no se esconden, nos ofrecen lo que queremos o nos hacen creer que queremos lo que nos ofrecen, pero ¿Y los otros, los puros? ¿No se están sirviendo también de las formas más mercantilistas para inducirnos a querer lo que tienen? Digo más, ¿No están apelando a mi egolatría haciéndome pensar "Sé bueno, no como otros"? . Ya me sé la respuesta, vivimos en una sociedad que funciona así. Tenemos que luchar con sus armas. ¿No cabría esperar más  de quienes se arrogan tanta autoridad y se erigen en justicieros? Esperar, por ejemplo, que no mientan, que no engañen, que no sean defraudadores en otras áreas...

     No hay un control efectivo de la crianza, cierto. Y me sumo a la exigencia de ese control e incluso, a un trabajo de concienciación para que el comercio de seres vivos vaya percibiéndose de otro modo en la sociedad futura, pero añado ¿Qué hay de las protectoras y de la gestión de las adopciones? La verdad es que la exigencia del mercado obliga a quienes quieren ser criadores prestigiosos bastante más que a los pretendidos protectores.¿No es una trágica paradoja? Hay demasiadas fincas que resultan ser amontonaderos, demasiados síndrome de Noé, demasiada desdicha inadvertida y demasiada manipulación innecesaria. Para evitarlo necesitamos mucho más que llevarnos a casa uno o dos de aquellos desdichados, necesitamos, por ejemplo, presionar y exigir de las autoridades que no externalicen sus responsabilidades, que no deleguen en particulares más o menos ocurrentes la gestión de los abandonos, que no se limiten a sacrificar todo lo que no son capaces de ubicar. Necesitamos, no solo por empatía, sino incluso por egoismo y bienestar, un trabajo coordinado, integral que mire lejos y soslaye el intrusismo paternalista.

     Oponer adopción a pago en dinero es quedarse demasiado corto para todo lo que se está moviendo en este espantoso mundo de las mascotas. ¿Si se adopta ya se está haciendo bien? ¿Si lo adopté ya puedo usarlo a mi complacencia? ¿Puedo ya ignorar su identidad como ser pleno y disponer de él a mi albedrío?¿Qué habré cambiado entonces? ¿Qué se le pide al adoptante a la hora de la verdad? Que pague, que sufrague vacunas, esterilizaciones y algún gasto más para atender a los que se quedan en los cheniles. Pocas asociaciones exigen algo más que medios materiales básicos para llevarse un ejemplar a casa, casi todas exigen vacunación y esterilización-algunas solo el compromiso-  y con los ejemplares menos "colocables" hasta se llega a hacer la vista gorda porque ya no caben más en los refugios.

     ¿Es necesario el encontronazo con otro sector de quienes nos creemos amantes de los animales? ¿Es eficaz hoy por hoy dividir fuerzas? ¿No sería más oportuno un enfoque constructivo en que progresivamente vayamos limpiando la mencionada basura? Soy de los que piensan que conviene ir dejando  para generaciones futuras la semilla de la no posesión y del no comercio,  pero desde la construcción.

     Creo que para que este asunto evolucione positivamente, el enfoque de quienes lo tomamos  en serio no debería ser tan simplista. Es verdad que una campaña para el gran público debe contar con un eslogan fácil y pegadizo, pero si no somos capaces de uno, es preferible trabajar sin él que lanzar pensamientos confusos y éste es a mi juicio muy confuso y bastante contraproducente. Campaña sobre campaña, sugeriría otro: "No adoptes, adopta". Pero supongo que mi habilidad para el marketing no es destacable.