"No
compres, adopta" La campaña recobra fuerzas periódicamente, por ejemplo en
los aledaños de Navidad y Reyes. Algunas veces me retengo de comentarla
pensando en el hipotético mal menor, pero la dolorosa realidad es que casi
siempre acabo arrepintiéndome de ese silencio. Vaya por delante una aclaración
para quienes pueden no conocerme y sacar conclusiones precipitadas, los
animales que forman mi familia -10 en la actualidad-son adoptados.No me siento
por ello mejor que muchos amigos que pagaron por sus ejemplares, incluso los considero a ellos más fiables que a
muchos adoptadores profesionalizados que por el mundo deambulan.
La campaña que
enfrenta compra y adopción es como poco incompleta y, sin paños calientes, bastante más falsa de
lo que los animales a quienes pretendemos proteger merecen. Para no limitarme al exabrupto, voy a intentar
argumentar mi postura.
Empezando por
lo fundamental ¿Cuál es el objetivo? ¿Aumentar las adopciones? ¿Reducir las
compras hasta que desaparezcan? ¿Generar conciencia? ¿Todo ello en un pack? Mi
percepción es que a ninguno de esos fines sirve buenamente. En cuanto a la
conciencia ciudadana, limitarnos a oponer A a B sin mayores argumentos no
genera una cultura respecto a la responsabilidad que debería ser, a fin de
cuentas, el objetivo último. Empezar negando una opción al ciudadano, que se
considera libre, suele inducir a la desobediencia -¿Quién eres tú para decirme
que no?-
Parece que
opongamos compra -mercantilismo y maldad- a adopción -solidaridad y bien- para así, simplificando,
conseguir resultados inmediatos. Pero hay trampa, una adopción no solo no es
gratis -ni creo que debiera serlo- sino que adoptar también implica mercadear y
pagar (Uno porque hay que sufragar los gastos reales -y/o ficticios-de las
entidades que ofrecen los animales en adopción, dos porque podemos acabar pagando en especie y en compromisos que no
siempre se circunscriben al bienestar objetivo de los adoptados).
Existen
protectores y refugios que no gastan lo que nos cuentan, aún peor, toman
decisiones de cuando menos dudosa
legalidad, se arrogan competencias que no les corresponden, malversan nuestras
aportaciones y nuestros afectos.
Como hay más
demanda de efectivo y de hogares que de adoptantes, se desata una
batalla sorda por conseguir la "clientela", no por soterrada menos
feroz. Mensajes a cual más dramático, relatos dolorosos no necesariamente
verídicos... Los mejor dotados en el marketing indirecto se consiguen padrinos famosos que declararan
a quien quiera escucharlos las delicias de gratitud que sus ahijados les
aportan diariamente. Bien por ellos si es de corazón. En una sociedad tan
pacata como la nuestra parece que la palabra de la "celebrity" de
turno pesa más que cualquier ensayo científico. Pero ojito también ahí, que hay
apadrinamientos que confunden al personal con enfoques humanizantes y
"disneyanos" nada recomendables para los propios animales (Todavía me
escuecen las córneas recordando a un pobre mestizo recién acogido y embutido en
pijama de purpurina, con las uñas pintadas de lila, junto a su pretendida mami en instagram).
Los demás se conforman con saturar las redes de imágenes
sanguinolentas o directamente vomitivas e, incluso, hay alguno que recurre a
las fotos trucadas y a la maledicencia. En resumen, entran en el más repulsivo
juego de los mercaderes. No "vendo" mi "producto" por mi
seriedad, solvencia y dedicación, sino por lo bien que me monto el cartel o lo
malos que digo que son los demás.
Nunca me ha
gustado que me mientan para convencerme de cuestiones que pueden argumentarse
con seriedad.
El daño que
estas conductas causan a la lucha contra los abandonos es demasiado alto, pero
parece que muchos procuramos callarnos por ese pretendido bien mayor.
Procuramos mirar adelante sin tomar plena conciencia de la basura que va
amontonándose en el camino. La inmundicia, además de mancharnos también a
nosotros, malbarata los esfuerzos honestos.
Estoy segura
de que hay muy buenas personas, algunas sencillamente equivocadas, y muchos aspectos opinables en esta materia, pero los que no
lo son, hacen tanto mal al conjunto, los errores pesan tanto...¿Es necesario
engañar sobre las situaciones reales, adornar,fingir, exagerar cuando hay tanta
verdad tremenda y tantas personas con buena disposición? ¿Es oportuno estafar
siquiera emocionalmente a quienes de buena fe ayudarían a atender un caso? ¿Es
siquiera lícito? Yo entiendo que no y que va siendo hora de que no todo valga.
Doy unos
pasos atrás. Es cierto que se necesitan hogares, familias y voluntarios y no es
menos verídico que un animal adoptado puede ofrecer emociones y
sensaciones gratas cada día de su vida,
pero ¿Y si no fuera así? ¿Y si el animal no tuviera el menor interés en
"mostrarme su gratitud"? ¿Y si no pudiera yo contarle al mundo
anécdotas reseñables sobre nuestra convivencia? ¿Sería él menos digno de
auxilio?¿La merece menos el animal que sencillamente no tiene casa, aunque
nadie lo apaleara, ni explotara, ni se desentendiera de sus cuidados médicos?
¿Por qué razón adopto realmente? Pues siendo honestos con nosotros mismos-que bien
nos cuesta- por cierto egoismo reorientado. Me siento bien conmigo mismo, me
gusto un poco más como persona, recibo afectos, me compensan emocionalmente...
Podéis negar con la cabeza o dejar la lectura en cuanto queráis, pero vosotros
y yo sabemos que un poquito de verdad he escrito ¡Y no es malo admitirnoslo! Si
bajamos del pedestal de "estupendez" en que nos habíamos subido,
podremos ser más efectivos en lo que importa. Sí, somos falibles, imperfectos,
sencillamente humanos, pero aún así, podemos hacer de esa característica una
herramienta valiosa.
Otra parte
inevitable del asunto es denostar y culpabilizar a los criadores con
generalizaciones no solo injustas, sino bastantes veces, falsas. No es así como
haremos conciencia si el objetivo es que dejen de comercializarse seres vivos.
Como suele decirse, la mentira tiene patas cortas y si se descubre, resta
fuerza a todo el conjunto de objetivos. Mi criterio es que deberíamos comenzar
siendo justos y creando otra cultura, si
lo que practicamos es una suerte de xenofobia inversa, no tenemos más fuerza
moral que aquellos a quienes nos oponemos.
Vamos a pensar
en frío. Creamos que solo ven a sus animales como un producto. Si alguien
oferta como excelente una mercancía, tiene que hacer honor a la oferta, en este
caso, animales óptimos. Para ello necesitará estudio, selección, dedicación,
alma, dinero y esfuerzo físico en cantidades más que notables. Quien no esté
dispuesto a todo ello, no será excelente en lo suyo. Un buen criador tiene que
poder ofrecer ejemplares mental y físicamente sanos y con garantías. Para que
eso sea así, ni pueden sobreexplotarse las madres, ni pueden separarse
precozmente los cachorros, ni puede excluirse la socialización infantil, ni
pueden alojarse y alimentarse de mala manera ni, por supuesto, puede
renunciarse a la higiene y a la sanidad (Solo si cada cría permanece con
adultos hasta la emancipación y la salud mental y física de dichos adultos importa también, hay
equilibrio psicológico suficiente y buenas cualidades físicas) además, existen incluso quienes seleccionan también a sus clientes. Hay quienes no lo hacen así,
quienes nos venderán supervivientes con carencias mayores o menores,
"mercancía defectuosa". Lo sabemos también por cualquier otro
producto del mercado (O deberíamos saberlo).
Existe fraude porque existen potenciales defraudados,
personas dispuestas a creer en gangas y chollos. Quien estafa es un delincuente, quien maltrata, para criar o no, es un malnacido y no valen medias tintas, pero ese
argumento no puede esconder otra realidad: Nos gusta ir de listos, de
triunfadores donde otros resultan pardillos y aparentar que encontramos lo que
otros no supieron buscar. Luego viene la cruda realidad y, lejos de asumirla,
ahuyentamos culpas. Quienes pedimos garantías y sellos de autenticidad a unos
calcetines, nos creemos cualquier milonga sobre un ser vivo o dejamos que nos
"informe" el enterado de turno-toda pandilla tiene el suyo- Por cada
verdadero estafado hay más de una docena de "listos" (no pido que lo
admitáis públicamente, bastaría con que reflexionéis sobre ello en vuestra intimidad). Así que, igual los
malos no están solo en el sector de los criadores. Me consta que
también entre ellos existen excelentes personas, con un enfoque diferente del
mío sobre muchas cosas, pero no todos son los maltratadores descerebrados que pretenden contarme desde
algunos ámbitos. Y, a todo esto, ¿Cuántos de vosotros ha denunciado y seguido
un proceso hasta el final?
¡Uf! He
escrito casi seguido producto, mercancía, mercado, negocio... ¿Me habré
delatado? ¿Ya sabéis de qué voy? Permitidme la sorna. Hoy por hoy la cruel
realidad es que comerciamos con seres vivos tanto en modo explícito-cual es
este caso- como en formas encubiertas. La cruel realidad, repito, es que los
humanos occidentales buscamos autoamor, un producto abstracto, intangible, tan
indefinible, tan de cada cual, que los modos de atender a la demanda se
diversifican con más velocidad de la que somos capaces de percibir. Los que
venden lo saben, no se esconden, nos ofrecen lo que queremos o nos hacen creer
que queremos lo que nos ofrecen, pero ¿Y los otros, los puros? ¿No se están
sirviendo también de las formas más mercantilistas para inducirnos a querer lo
que tienen? Digo más, ¿No están apelando a mi egolatría haciéndome pensar "Sé bueno, no como otros"? . Ya me sé la respuesta, vivimos en
una sociedad que funciona así. Tenemos que luchar con sus armas. ¿No cabría
esperar más de quienes se arrogan tanta
autoridad y se erigen en justicieros? Esperar, por ejemplo, que no mientan, que
no engañen, que no sean defraudadores en otras áreas...
No hay un
control efectivo de la crianza, cierto. Y me sumo a la exigencia de ese control
e incluso, a un trabajo de concienciación para que el comercio de seres vivos
vaya percibiéndose de otro modo en la sociedad futura, pero añado ¿Qué hay de
las protectoras y de la gestión de las adopciones? La verdad es que la
exigencia del mercado obliga a quienes quieren ser criadores prestigiosos
bastante más que a los pretendidos protectores.¿No es una trágica paradoja? Hay
demasiadas fincas que resultan ser amontonaderos, demasiados síndrome de Noé,
demasiada desdicha inadvertida y demasiada manipulación innecesaria. Para
evitarlo necesitamos mucho más que llevarnos a casa uno o dos de aquellos
desdichados, necesitamos, por ejemplo, presionar y exigir de las autoridades
que no externalicen sus responsabilidades, que no deleguen en particulares más
o menos ocurrentes la gestión de los abandonos, que no se limiten a sacrificar
todo lo que no son capaces de ubicar. Necesitamos, no solo por empatía, sino
incluso por egoismo y bienestar, un trabajo coordinado, integral que mire lejos
y soslaye el intrusismo paternalista.
Oponer adopción
a pago en dinero es quedarse demasiado corto para todo lo que se está moviendo
en este espantoso mundo de las mascotas. ¿Si se adopta ya se está haciendo
bien? ¿Si lo adopté ya puedo usarlo a mi complacencia? ¿Puedo ya ignorar su
identidad como ser pleno y disponer de él a mi albedrío?¿Qué habré cambiado
entonces? ¿Qué se le pide al adoptante a la hora de la verdad? Que pague, que
sufrague vacunas, esterilizaciones y algún gasto más para atender a los que se
quedan en los cheniles. Pocas asociaciones exigen algo más que medios
materiales básicos para llevarse un ejemplar a casa, casi todas exigen
vacunación y esterilización-algunas solo el compromiso- y con los ejemplares
menos "colocables" hasta se llega a hacer la vista gorda porque ya no
caben más en los refugios.
¿Es necesario el encontronazo con otro sector de quienes nos creemos amantes de los animales? ¿Es eficaz hoy por hoy dividir fuerzas? ¿No sería más oportuno un enfoque constructivo en que progresivamente vayamos limpiando la mencionada basura? Soy de los que piensan que conviene ir dejando para generaciones futuras la semilla de la no posesión y del no comercio, pero desde la construcción.
Creo que para
que este asunto evolucione positivamente, el enfoque de quienes lo tomamos en serio no
debería ser tan simplista. Es verdad que una campaña para el gran público debe
contar con un eslogan fácil y pegadizo, pero si no somos capaces de uno, es
preferible trabajar sin él que lanzar pensamientos confusos y éste es a mi
juicio muy confuso y bastante contraproducente. Campaña sobre campaña, sugeriría otro: "No adoptes, adopta". Pero supongo que mi habilidad para el marketing no es destacable.