domingo, 6 de mayo de 2018

Altruismo, ideología, merchandishing y todo lo demás.

   


   Llevo demasiado tiempo entre animales y humanos como para tener una visión simplista de estas relaciones. En parte por ello nació este blog y también, quizá por ello, muchas veces evito los escritos de primer impulso, intento madurarlos, pero no siempre consigo los matices que merecerían.
La entrada de hoy, sin ir más lejos, llevaba meses en forma de borradores varios, pero como algunas otras veces, sucedió algo que me ha impulsado a terminar definitivamente  el texto y subirlo.

     Siempre me ha asustado el radicalismo irracional  y son tantos los que a base de batirse contra el maltrato animal acaban maltratando congéneres, tantos los que practican maltratos diferentes de los reconocidos, que  me ha sido casi imposible adherirme a asociaciones o partidos de los llamados verdes, ecologistas, animalistas -No confundo unos con otros, no mezclo, enumero variedades que entrarían dentro de este área de mis preocupaciones-.
A poco que rasco, descubro un tufo sectario que tizna el posible brillo, la limpieza de que pretenden revestirse los portavoces de “la causa”. Me desazona que en el afán de agitar la bandera de la ética, de la moral y del bien hacer, se dejen perder elementos a mi juicio tan imprescindibles como lo son el sentido común y los datos científicos.

     ¿Es posible una actitud ética desconociendo en profundidad unos hechos u ocultando aquellos que no nos cuadran? ¿Puede un activo defensor de los seres vivos ser para ello agresor de otros seres vivos? No es inusual leer la expresión "especista" para denostar a quien da prioridad a un tipo de animal sobre otro. Veamos ¿No son especies los vegetales? ¿No merecen respeto? ¿Y los seres humanos? ¿No es especista dar prevalencia a otro animal sobre ellos como lo será a la inversa? El tan bello como falaz argumento de que “los otros no pueden defenderse” me lo sé. Voy  a imaginar que lo aceptase. Entonces ¿Serán precisamente sus pretendidos defensores los llamados a hacerlo por no se sabe qué fuerza suprema? E incluso asumiendo ese  mandato, ¿Se les llamó a hacerlo en la forma en que lo hacen? ¿Quién ha otorgado tal estatus? Temo que solo el egocentrismo mal encubierto, sea consciente o inconsciente, según cada caso.

     A mi modo de ver, tendríamos que intentar la no agresión, más exactamente el equilibrio inestable, pero equilibrio a fin de cuentas. Cualquier animalista o ecologista de pro se podrá  manifestar contra los daños en la selva amazónica o contra las centrales térmicas, pero es mucho menos claro si esos mismos activistas sabrán entender hasta qué punto muchos de sus propios actos malogran el objetivo final. Antes de erigirnos en activos combatientes contra alguien o algo puntual ¿No deberíamos saber un poco sobre  hechos que se concatenan cuando intervenimos en un único punto de este complejísimo castillo de naipes?  Si me empeño en sujetar el tres de picas de la segunda fila para que no caiga, es posible que cargue más peso en la carta contigua o que roce la inferior, o cualquier otro evento aparentemente mínimo que desmorone el conjunto. Me quedaré con mi naipe en la mano y con cara de imbécil mientras todo cae ¿Somos capaces de verlo sin alejarnos un poco de la mesa y tomar una visión del total?.  Imaginemos ahora cuando la visión de conjunto  deba incluir además el no meter en un mismo saco a todos posibles jugadores de tantos posibles castillos...

     Hace un par de días leía un coqueto cartel en el que alguien llamaba a los jardineros a aparcar sus labores en primavera porque las aves están en periodo de cría - ¡Pobres pajarillos!¿Verdad?-.  Parece sencillo y consigue numerosos adeptos en un momento...No soy demasiado devota retocar lo que no sea imprescindible en un jardín, pero ¿Y si fuera necesario? ¿No merece la planta ser atendida en el momento más oportuno para ella, en el que mejores resultados vaya a ofrecerle la acción? ¿Y qué ocurre si ese momento es la primavera?  Quizá era más apropiado decir a los jardineros que lleven cuidado y que si encuentran un nido, lo sorteen y no intervengan, pero como eslogan es largo y complejo, así que nos quedamos con el otro que además se presta a dibujitos. No es un caso grave, los hay bastante peores, pero el resumen es siempre sencillo, la ocurrencia de uno que pasaba por allí.

   Acaso los mismos que, abogando por cuidar y respetar las poblaciones de gatos callejeros, propugnan colocar a los que tengan dueño collares y artilugios sonoros que les impidan cazar. Porque, como todo el mundo sabe, obligar a un gato a llevar un collar de colorines no es faltarle al respeto si el collar es cuqui y lo promueve la asociación X. De otras prácticas de tenencia responsable, ya tal.

     Añadiendo colores al mosaico, por si era poco complejo, se manifiestan también los cazadores que, pobres de ellos, se sienten agredidos por los decires del otro bando. Ignoran que "el otro bando" son a su vez tantos bandos como como pseudoprofetas caben y que, a poco que los dejen, acabarán cazándose entre ellos para defender sus propios modelos de "no caza"...

     Todos los actores de un lado y de otro no son lo mismo,  todas las causas no son igualmente fundamentadas, ni eficaces, ni altruistas, ni todos los modos de defenderlas sirven lo mismo. Cuando se da prioridad al retrato sobre los hechos, o cuando importa más sacar a alguien de una foto que el acto que se va a retratar, me resulta harto cuestionable la idoneidad del movimiento. Y con respecto a quienes son apartados, inquieta descubrir cuan a menudo se trata de voces críticas que llamaron a la duda o la reflexión. En el integrismo no caben dudas, pero nadie que defienda a los seres vivos con honestidad puede creer que ya está todo dicho para siempre, como labrado en piedra. El dogma y la tolerancia maridan mal, de la reflexión ya ni hablemos.

     Aún peor es basar desde su propio origen un movimiento en falacias. Construir un modelo de pseudorealidad -Posverdad han dado en llamarlo últimamente- y contarlo al resto para pelear entonces contra ese imaginario, pero también contra la realidad auténtica que nos persigue, que se empeña en perseguirnos y desmontarnos. De todos estos modos de hacer se abastecen y se han abastecido demasiados movimientos triunfantes en las redes sociales y de todos ellos siento tanta distancia como del maltrato directo.

     Y como remate de temporada, para mi perplejidad, un personaje de estos mundos ecocircenses (Me cuesta más de lo que imagináis asumir que este es el calificativo que cuadra, pero temo que así sea) se dirige a mí después de décadas, con nueva cuenta y nueva causa: Desmontar las mentiras de la organización A y de las propias autoridades CITES respecto a las últimas normas de protección de especies. He visto replicado su mensaje en diferentes ámbitos y temo que tiene un poso de verdad. Hay muchos intereses ajenos al cuidado del planeta en cada apartado del Convenio de Washington y aún más en buen número de ONGs, pero lo que muchos de los difusores de la “denuncia” ignoran es que quien la propala tiene pleitos pendientes con la organización de la que habla y que la nueva norma va  a complicarle o a desmontar parte de un jugoso negocio, ignoran también que es una de las pocas personas conocidas, y bien conocidas, que han pagado con cárcel asuntos relacionados con el tráfico de fauna. Contados estos detalles, parece menos altruista y menos desinteresada la denuncia, por verdad que pueda contener. Toca escarbar y pensar antes de correr a picar el “compartir” de turno y eso hago, no sin sentir el amargo regusto de saber que puede tener verdad, aunque lo diga él.

     Este es el penoso panorama, este el paisaje por el que triscan, vuelan, nadan o vegetan nuestros pobres vecinos de planeta, los que no hablan nuestros idiomas articulados, aunque lleven diciéndonos a voces desde hace décadas que por aquí no llegaremos mucho más lejos. Los animales, la naturaleza en general, hablan,  mal que nos pese y el problema de ignorarla, o de querer leerla a nuestra manera, es que los problemas no desaparecen por ello.  Mientras ocupamos el tiempo en reyertas de barriobajeros que revestimos de mejor o peor forma, los daños progresan.

     Aquí lo dejo, voy a seguir informándome y horrorizándome otro rato. Gracias por la paciencia.