viernes, 27 de septiembre de 2013

Demasiado indigesto

Si una tercera parte o menos de la empatía que decimos tener para con los animales fuéramos capaces de tenerla con los seres humanos, este mundo sería más habitable.

Pero la realidad es que debemos ir todavía un paso más allá en la reflexión. La tal empatía no es cierta, porque en realidad, nuestras conductas y nuestras reflexiones son resultado de la digestión de cuanto percibimos, sí, pero también de cuanto percibieron, digirieron y nos cocinaron otros.

Como muchos sabéis, digerir no es lo mismo que asimilar, así pues, por cada buena digestión, por cada asimilación completa, hay otras varias que no lo son y que nos alcanzan igualmente. Al final, no somos sino elaboradores de una conducta que creemos que se ajusta a nuestras digestiones. Un lío.
Por eso no es infrecuente que nos encontremos a dos personas igualmente convencidas de su verdad y de su bondad ante la fauna desarrollando conductas tremendamente antagónicas, cuando no directamente contradictorias consigo mismas, un poco de bicarbonato intelectual se hace imprescindible.

Yo por mi parte suelo masticar bastante, le doy muchas vueltas y desmenuzo mucho las piezas, procuro huir de salsas y aderezos impuestos, pero por encima de todo, suelo rechazar los precocinados, por fascinantes que parezcan las etiquetas. Suelo complacerme en banquetes colectivos en buena camaradería y al aire libre, donde lo importante sea compartir las viandas y no ganar el concurso del master-chef.

Por todo esto que digo y por otras cosas, pese a tantos años de profesión, sigue encantándome acudir a encuentros y escuchar a colegas, aprender las nuevas recetas para luego olvidarlas todas, incluidas las mías, delante de unos ojos que no son capaces de mirarme de frente o de un pico que sigue explorándome con cautela veinte años después. 


Y de la misma forma, trato de disponerme ante el humano que se atreve a encararme,  intento ver aquel viejo primate que se oculta bajo todos los adobos que sus recetas y las mías nos han puesto encima, pero me cuesta, a mí también me cuesta, llevo ya muchas indigestiones vividas, demasiados empachos no resueltos. ¡Ay!