No puedo prometer que siempre seré fuerte, que cuidaré de ti
como tú misma, que no tropezaré, que no voy a perder los nervios, ni tan solo
decirte que no voy a rendirme. El camino que queda por delante va a ser tan
duro que quizá yo no alcance para estar a tu altura. No podría decirte que estaré siempre ahí cuando me necesites. Todas estas
cosas, me gustarían tanto, que el hecho mismo de saber que seguramente no voy a
cumplirlas, me destroza. En este instante, me duele tanto mi imperfección, mi
incompetencia para este cometido, que casi no me atrevo a mirarte a los ojos
mientras pruebo otra vez a ponerte el arnés y a pedirte que salgas.
No, yo no voy a fingir un coraje que no tengo. Y sé que no
podré dejarte en la forma apropiada. No puedo simular que tú estás de acuerdo.
No me quiero mentir, ni mentirte. Seguramente lo sabes. Noto en tu modo de
estar conmigo que has comprendido cosas que yo aún no me atrevo a plantearme.
Si intento hacer memoria, creo que lo sabías mucho antes de que nos diéramos cuenta
de lo mal que iba todo. Acaso has empezado a despedirte, pero lo mismo son
figuraciones mías. Precisamente ahora, cuando más necesitaría saber lo que tú
piensas, es cuando más segura estoy de
no saberlo.
Sí que hay algo que
puedo prometerte y prometerme, te evitaré el dolor, el que conozco, el que
puedo entender y también te prometo que intentaré evitar que dejes de ser tú
misma, o mejor dicho, lo que yo percibo de ti misma, tu energía, tu dignidad,
tu lealtad...No sabré nunca si eso es lo que tú quieres, pero mientras no lea
la derrota en tus ojos, yo, que ya estoy derrotada de hace días, me pondré a la
tarea de cuidarte, de cuidar lo que siento que eres. Perdóname si equivoco los
signos, perdóname si reniego o me canso alguna tarde, aunque sean segundos de
flaqueza y perdona, en fin, que sea tan
falible. No elegiste vivir entre nosotros. No sé si elegirás marcharte y si sabré
entenderlo o si el día que suceda estaré una vez más equivocándome, no sé si ha
sucedido y no lo veo, pero si hay algo
de lo que estoy segura y querría que tú también supieras. Todo mi corazón con
su torpeza va estar en el empeño de hacerlo bien.
Como en cada momento de tu vida, yo voy a decidir este trayecto sin mapas y no voy a engañarme diciéndome que
es lo mejor. Nunca sabré qué es lo mejor, nunca estaré segura. Hemos hecho
juntas un camino de años y a menudo he creído entenderte. Ahora me recuesto a
tu lado y no sé sino el calor que me das con tu cuerpo, la suavidad de tu
pelaje, el latido tranquilo del corazón que escucho. ¿Es eso estar en paz en tu
mundo de perro? Voy a ser egoísta una vez más y a creerme que sí, porque aún no
tengo fuerza para pensar otra cosa.Todavía no.