miércoles, 3 de julio de 2013

La Casa de los elefantes o cómo contradecir a un Lord

NOTA PREVIA: En 1999 Norman Foster recibió el título de Baron Foster of Thames Bank, lo que le otorgaba el reconocimiento de Lord y un puesto en el Parlamento Británico . Fue primero nombrado caballero en 1990. En el año 2010 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Todos estos honores y otros variados premios internacionales pretenden reconocer su valía como arquitecto...

…Y aquí estoy yo, varios años después, leyendo con retraso un reportaje del mes de Mayo en un semanal de “El Pais” y atreviéndome a decir que,  al menos una vez, Foster & partners han hecho un mal trabajo. En mi insensatez, pretendo imaginar que un buen arquitecto, un buen estudio de arquitectura, debería solventar con máxima eficiencia las razones y necesidades esenciales de sus clientes. Entonces encuentro el reportaje en que un entusiasta cronista relata cómo han resuelto Lord Norman Foster y su equipo la renovación de una vieja instalación zoológica de 1914 en el Zoológico de Copenhague.

Recuerdo haber leído alguna información anterior,  en los días de la inauguración (por el 2008, creo) pero no le di entonces demasiada importancia. Hoy, me demoro en la lectura del artículo y para intentar ser más justa, puesto que las imágenes no me conmueven en la forma esperada por el autor,  me dedico a bucear en las propias informaciones del estudio y en algunas publicaciones especializadas:

 "Esta obra sustituye una estructura que data de 1914 y tiene contemplado, además de la preservación de esta especie -que actualmente se encuentra en peligro de extinción-, restablecer la relación visual entre el zoológico y el parque y proporcionar a estos magníficos animales un entorno más natural y relajado." 
“El antiguo pabellón fue remodelado por la estructura transgresora, a la cual Foster le ha dado vida...Una de las especies de mamíferos más enormes del mundo animal se ha beneficiado de la creatividad del arquitecto" 

Conociendo el estilo y la línea de trabajo que ha dado fama a este creador, tengo muy serias dificultades para encajar el término entorno natural y sus creaciones, más aún después de leer:

"Las estructuras están formadas de dos esqueletos en metal y laminas transparentes, para que los espectadores puedan observar con mucha facilidad los elefantes en el interior. Las líneas rectas predominan en la fachada como un elemento principal. En el medio de las cúpulas se sitúa una terraza donde se ubican los visitantes para observar a los elefantes."

 Nada, cuanto más rebusco, más me convenzo de que la impresión inicial era la correcta. Soy incapaz de regodearme en las sucesivas recreaciones tridimensionales desde todos los ángulos.Sólo me falta acudir a ver in situ cuanto se me debe estar escapando en vídeos, resúmenes y recreaciones  (¡Ya me gustaría, ya!). Pero hasta ese entonces, me mantengo en mis trece.

Dejo al criterio de quienes esto leen el compartir o no mi opinión, así que añado enlaces  que permitan ver lo que he visto:





Y ahora continuaré mi comentario, puesto que éste no pretendía ser un sitio sobre arte ni vida social, pero sí lo es sobre cuanto de un modo u otro rodea al mundo animal en el entorno humano.
Digo que Foster & partners no han hecho un gran trabajo porque  lo que se ofrece a mis ojos es una creación megalomaníaca en que el usuario final no ha sido el verdadero beneficiario.  Y me permito afirmar esto con todas las consecuencias.

No entraré a discutir los logros que desde el punto de vista eminentemente constructivo haya podido hacer este equipo. Sin duda no lo habrán hecho peor que en otros de los innumerables edificios que desde los años setenta vienen proyectando, esos que les han valido infinidad de premios y reconocimientos. Pero es que hablamos de elefantes señores, de un paquidermo cuyas necesidades vitales concretas no acabo de ver cubiertas en este suntuoso palacio de la era del silicio.

En cuanto vi las imágenes de las pretendidas lagunas de baño y las áreas para deambulación recordé  cuánto hincapié hicieron mis enseñantes ( cuando yo misma aprendía sobre estos menesteres) en las complicaciones que para un elefante suponían las pendientes y los desniveles y en cómo había que cuidar ese detalle a la hora de acomodarlos, recuerdo también varias anécdotas que me probaron la verdad de aquella información (Lord Foster no ha sido el único arquitecto al que se ha encomendado una instalación de zoológico, claro está).

Donde los espectadores que suben los vídeos a youtube ven un baño de elefantes,  yo  veo escasez o incomodidad, hasta siento agobio y debo pausar la filmación, donde el periodista se complace en el cuidado del medio y el acercamiento a la naturaleza yo sólo veo monotonía y pretensiones de grandeza, necesidad de apabullar.

Ni los suelos de caucho recubierto en los interiores, ni los pilotes  que impiden la aproximación a zonas de riesgo, ni la monumental cúpula que deja pasar los citados rayos de luz, pese a que se hayan reproducido sobre ella las hojas de cuatro especies arbóreas recreadas con ordenador, me han parecido el acomodo idóneo para el más numeroso grupo de elefantes asiáticos de Europa.

Discutiremos  en otro momento, si lo quieren, la conveniencia de zoológicos y animales cautivos. Personalmente, creo que hoy por hoy no son prescindibles, pero ¿Es necesario que sean como son?  Si pensamos en los fines que creo pudieran hacerlos justificables a algunos, evidentemente no. ¿Qué enseñan a fecha de hoy unas lujosas instalaciones de hormigón, vidrio y acero sobre la vida natural? ¿Es éticamente asumible que unas especies que, se argumenta,  se alojan en cautividad para el aprendizaje y la conservación se encuentren recogidas en un  edificio como ese? Nada que objetar a la profusión de fotografías, paneles informativos, filmaciones y elementos audiovisuales con que se complementa el recinto, pero como diría mi abuelo, para ese viaje no se necesitaban alforjas. Pues eso. Precisamente de la mano de mi abuelo pude ver el primer elefante en la vieja Casa de fieras de Madrid y esa imagen del animal tomando un cacahuete de mi mano abierta no me ha parecido más obsoleta ni más irrespetuosa que éstas del periódico.

No hemos aprendido nada.  Asumo que un recinto decimonónico necesitase actualizarse, en el colmo de la flexibilidad puedo aceptar que un país en el norte de Europa deba tener algún elefante vivo a la vista de los humanos a quienes se pretenda concienciar y enseñar (de esto puedo tratar otro día, insisto) pero ¿Es oportuno que el recinto para ACOMODARLOS (de  CÓMODO= (Del lat. commŏdus.Adj. Conveniente, oportuno, acomodado, fácil, proporcionado.) sea una oda a la creatividad arquitectónica más urbana? ¿Han pensado por unos instantes Foster, su equipo  y sus pretendidos clientes en que los verdaderos usuarios del recinto son estos paquidermos? Las imágenes me hacen entender que no y que, lamentablemente, no serán los únicos ni los últimos que deberán continuar satisfaciendo el ego de los humanos occidentales que, mientras tanto, nos permitiremos escandalizarnos por los modos de tenencia en sus países nativos o dar lecciones de animalismo concienciado a cuantos tengamos a mano.


lunes, 1 de julio de 2013

De dominancias, jerarquías y otras reflexiones

Tengo la impresión de que a veces el lenguaje, en lugar de comunicarnos, nos aleja  de la información,  porque sin saberlo, lo empleamos inapropiadamente . Un ejemplo sencillo es el uso de los términos dominancia y jerarquía y todos los planteamientos que de su comprensión derivan cuando tratamos de la tenencia de animales.

Jerarquía es gradación, ordenación en niveles. Nadie puede negar que exista orden en los grupos. Puede ser un orden duradero, cuasi permanente o un orden ocasional, surgido de una circunstancia y que puede modificarse en otro momento posterior. Muchos humanos imaginan que cualquier grupo animal dispone de una jerarquía precisa y duradera, pero esto no siempre es así, o en el mejor de los casos, no lo es en la forma en que el humano suele comprender hoy por hoy.

Dominancia es prevalencia, superioridad en la influencia de un individuo frente a otros y no necesariamente ha de ser por físico ni por violencia; esto último entraría más en el término dominación, que se parece mucho pero que no es lo mismo. Un individuo domina en un grupo cuando es su modelo, su patrón, existe incluso la dominancia genética, por ejemplo, que es  la manifestación en el fenotipo de ese rasgo frente a otro que no desaparece pero que  deja de apreciarse a simple vista.

Los humanos cuando poseemos materialmente otros seres vivos (Es decir, cuando somos sus propietarios legales) tendemos a confundirnos, a desear consciente o inconscientemente la dominación, el sometimiento del otro ser. Que sea una prolongación de aquella parte de nuestro yo que no podríamos ejercer si lo dejáramos conducirse a su manera. En esa línea, y entendido desde el punto de vista del humano, claro está, funcionan los métodos al uso. Haz esto para que tu perro (o tu conejo, o tu loro,o tu garrapata) haga aquello. Pero si nos limitamos a buscar la técnica para la dominación, cualquiera que sea el nombre usado, siempre estaremos en el disparadero, siempre en el riesgo de que el dominado se rebele o de que se trastorne hasta quedar inútil como objeto de manipulación ,y lo que es peor, como espécimen. Porque lo que generalmente sucede es o bien que esos rasgos que hemos intentado adecuar, tan solo se hayan enmascarado y se mantengan ocultos a nuestra primera impresión, pero pugnando contra el resultado que nos complacía o bien que su verdadera desaparición lleve aparejada una cadena de otros sucesos colaterales que interfieren en la conducta normal del ejemplar.

¿Cuántos especímenes deberá destruir cada propietario antes de asumir que el camino de la dominación no es el adecuado? Temo que todavía muchos, siempre demasiados.