sábado, 14 de septiembre de 2019

LO DE MENOS ES GRETA

Alguno, siendo conocedor del blog y por el nombre en mayúscula, igual imagina ya que quiero hablar sobre la señorita Thurnberg y más aún sobre lo que- dicen- está moviendo esta muchacha sueca con trenzas. Nada contra la criatura que, como es lógico, tiene temores bien fundados sobre su futuro y el nuestro, pero focalizar en ella, convertirla en objeto de cuasi culto, contarnos sus problemas de salud o de adaptación social es solo una parte del total que podría conducir a la nada.
¿Quién es Malala Yousafzai? Seguro que muchos habéis tenido que pensar un poco. Hace no demasiado, ella era un símbolo de lucha que anduvo por el mundo rodeada de una atención que ya no es tanta. Su problema era y es el asunto de muchísimas niñas en diversos países, acudir a la escuela reservada a los hombres. Estuvo a punto de costarle la vida. Durante unos meses nos escandalizamos, solidarizamos y horrorizamos, pero ya estamos en otra cosa, ya cuesta recordar quién es Malala a bote pronto. Greta, o para ser exactos, su causa, puede correr el mismo peligro si permitimos que nos orienten principalmente a la sorpresa de una criatura tan joven y ya activista. Por cierto ¿Que es hoy de Ahed Tamini? Sí, hombre, sí, aquella leona palestina que con solo 16 años, los mismos que tiene Greta, fue detenida por el ejército israelí... Poco sabemos ya, pero las noticias sobre Israel, Gaza, Netanyahu, siguen siendo nada halagüeñas, temo.

En resumen, me inquieta y me preocupa que todo se quede en esa burbuja que ahora interesa inflar, en ponerle una cara que puede aunar conciencia ecológica, juventud y femineidad para después seguir pasando a otra cosa. Greta no debe ser solo Greta. Lo de menos, sin desprecio para ella, es Greta Thurnberg.
Sucede además, que en esta campaña detecto bastantes incongruencias que acentúan mi habitual escepticismo. Pongamos por caso el viaje en barco hasta USA para “no contaminar” usando el avión. Así dicho resulta curioso, pero ¿Podría cualquier ciudadano hacer lo mismo? No todos tenemos el apoyo de un Casiraghi ¿Tardar 15 días en llegar a cada reunión de trabajo y costearse un velero capaz de atravesar el océano? ¿No contaminarían en otro modo los centenares de veleros que deberían surcar los mares para atender a nuestras tareas de hoy? ¿De qué bosques saldría la madera para esos veleros o cómo se produciría la fibra de vidrio para tantas cubiertas? Es un símbolo, vale, lo puedo entender, pero igual es un símbolo que nos despega de la esencia fundamental, cómo vivimos hoy los occidentales (y bastantes orientales) pretendidamente desarrollados. Por otro lado, nos cuentan que por el continente americano podría desplazarse en autobuses (¿Solo yo no lo entiendo cuando acabamos de hablar de combustibles contaminantes?)No ahondaré en otros detalles chirriantes porque el objetivo no es cebarme en ellos.

Creo sencillamente que, como viene ocurriendo en esta economía mercantilista que nos hemos dado, todo puede traficarse, incluso a pesar de la sanísima intención- de la que no pretendo dudar- de la señorita Thurnberg. Hay un nicho emergente y florido de mercado con esto del cambio climático, el cuidado del planeta y sus cuestiones periféricas que está siendo convenientemente aprovechado. No voy a alinearme con Trump ni con nuestro más hispánico Abascal hablando del lobby ecologista porque me consta que hay un sustrato importante de verdad y de riesgos en lo que se llama defensa del planeta (Más bien es autodefensa humana, pero no es el nombre sino la esencia lo que cuenta). Sí, también yo creo que la situación es insostenible, que toca implicarse y tomar medidas, pero creo una vez más en la reflexión, en el sentido crítico y en no hacer otra vez aquello tan nuestro del “pan para hoy y hambre para mañana”.
Bienvenidas las protestas, las llamadas de atención cuanto más globales mejor, pero no seamos tan simplistas, tan superficiales como nos quieren los mercados: “¿No queréis plásticos? Pues os lleno de bambú” “¿No os gusta el aceite de palma? Aquí tengo toneladas de aceite de coco o de argán (Según los usos)” “¿Te preocupan los combustibles fósiles? Toma biodiesel”. “Llenemos todo el campo de molinos eólicos y plantas solares porque los saltos de agua no llegan para la demanda eléctrica”... y así, a cada protesta una respuesta rápida, pero ¿Eficaz?.

Andamos ahora empantanados con el excesivo consumo de carne, que es obvio que tiene su punto de verdad entre quienes pueden pagárselo. ¿Quiénes patrocinan esos estudios? ¿Y los que promocionan la stevia como sustituta del azúcar de caña? ¿Y los que promueven el uso del bambú como sustituto del plástico para cañitas de refrescos, cepillos de dientes y usos similares? ¿Sabes cómo se consiguen las fibras “ecofriendly” como el tencel-lyocell, el singtex o el modal? ¿Y cómo se obtiene el “cuero vegano” de piñatex? Como no podía ser de otro modo, estos productos tienen excelentes cualidades, pero si se produjeran masivamente como hoy se producen otros, solo cambiaríamos el monocultivo actual por alguno diferente. Es el mercado, amigos.
 La solución no puede ser ésta, aunque pase por ahí. La solución tiene que incluirnos a todos, también a quienes hoy viven de eso tan dañino y molesto para nosotros los evolucionados y conscientes europeos. Las soluciones acaso no sean una única y global sino muchas pequeñas soluciones locales concatenadas y sobre todo, bien reflexionadas, pero muy urgentes.

Bienvenida, Greta. Bienvenidas las demás Gretas, se llamen como se llamen, aunque no lleven trenzas ni recorran el mundo en velero, aunque se limiten a decirle a la vecina que puede usar otra vez la bolsa del supermercado o le afeen a un compañero dejar abierto el grifo del patio del colegio. Bienvenidas las Gretas, pero no nos limitemos a ellas. El propio planeta lleva siglos contándonos cosas que apenas escuchamos. Pongámosle atención a lo importante, no vaya a ser que la próxima burbuja mediática nos explote en las manos sin posible sustitución.