jueves, 6 de febrero de 2020

Ecología vs egología



Me llegó justo en el día de San Antón  la noticia de que el nuevo gobierno ha creado la Dirección General de Protección Animal.  Envíaba el enlace una amiga con la siempre temible pregunta "¿Tú qué piensas?".

Aún quince días más tarde, no sé lo que pensar, la verdad. Para comenzar, me consta que en el acuerdo de gobierno figuraban asuntos medioambientales y sobre bienestar animal que pueden haber dado lugar a la creación del cargo. Del mismo modo que no fui capaz de ilusionarme al leer aquel acuerdo, me cuesta hacerlo ante algo que me suena más a florero tapabocas que a ente coordinador entre al menos CUATRO ministerios. Lo explico: Para comenzar, un Director General NO es el superior de un ministro, menos aún podría serlo de cuatro, para continuar, muchas de las competencias que objetivamente podría tener un organismo con este nombre se encuentran transferidas a las diferentes Comunidades Autónomas que, como bien sabemos y padecemos, tienen gobernanzas más que diferentes en materia de fauna.
Que nos digan  que "trabajarán de manera leal y cercana" -que no sé yo si lo de leal me suena más bien perruno y en el peor sentido del adjetivo- solo acentúa mi escepticismo.
Sí que parece que, como incluía P´s en su programa, pretenden tocar el asunto del IVA veterinario o armonizar la normativa de protección animal con el convenio europeo correspondiente. Parece también que se pretende unificar los registros de modo que un animal marcado en un punto del país pueda ser localizado en cualquier otro, cosa que, como bien saben muchos para su desgracia, no sucede hoy. (Si pierdes un perro microchipado en Xátiva y aparece en Navarra, es posible que no lleguen a localizarte,  ni tú a enterarte del hallazgo. Con un poco de suerte, tras el oportuno periplo por protectoras, el perro sería acogido por alguien que lo querrá tanto como tú y que  pasará sus días imaginando que lo abandonaste y que menos mal que él apareció en su vida para darle una segunda oportunidad. Sin suerte, ni lo comentamos). Ambas medidas resultan interesantes, en efecto, pero no sé si justifican crear una Dirección General al efecto. Más dudas aún de quien será el Director General.

Leo también oportunas alusiones al maltrato y me reitero en mis dudas. No es el cargo, sino la aplicación de las normas lo que puede seguir fallando. He visto con mis propios ojos como se han pretendido aplicar decisiones de razonable calado con tan nula dotación de medios y tan inexistente capacitación de los agentes encargados que se causaba daño mayor a los especímenes pretendidamente protegidos. He visto como ejemplares que deberían decomisarse a sus tenedores, les eran por contra dejados en depósito por la inexistencia de otro lugar al que llevarlos (Puede imaginarse qué trato les aguardaba entonces), también ejemplares retirados a sus propietarios por una supuesta vulneración de normas en base a opiniones delirantes, nada basadas en el conocimiento científico y sí mucho (muchísimo) en ocurrencias antropomorfizantes de alguien con buenos contactos...

Así que sí, sé que urge hacer mucho y muy pronto para mejorar nuestra relación con la fauna y con el resto de seres vivos que nos rodean, pero vistas experiencias como la no muy lejana del zoológico de Barcelona (Ya en manos de pretendidos regeneradores de la cosa) o las variadas ocurrencias en la Comunidad de Madrid, se me abran las carnes al leer que la persona llamada a  ocupar la plaza pertenece al sector A-NI-MA-LIS-TA.
Alguno puede imaginar que mi reticencia (por ahora trato de no llegarme a la categoría de rechazo) se debe a que no es un científico, alguien de esta cuerda, pero se equivocaría quien así lo viera. Alguien que, con sus luces y sombras, hizo tantísimo por la fauna de nuestro país como Felix Rodríguez de la Fuente, era estomatólogo, pero supo como nadie llegar al gran público y hacer trabajar juntos a muchos excelentes naturalistas de nuestro país; la muy reputada Jane Goodall era en sus inicios una secretaria sin estudios y así podría nombrar a varios otros. Mi temor no es la profesión que figura en un currículum, sino el modo en que se encara el problema.
No partimos de una situación halagüeña, pero ordenar las tareas y no dar pasos en falso es la necesidad principal. Nuestros animales y todos nosotros necesitamos una labor concienzuda, pero sobre todo perdurable y coherente. Los enfrentamientos descarnados pueden alimentarnos el ego a los ya convencidos, pero no es eso lo que más necesitamos. Tampoco las medidas espectaculares pero sin cimientos.Necesitamos radicalidad de la de ir a las raíces, no de extremismo irracional; necesitamos crear escuela, sustento poblacional, convicciones, solo de ese modo, las piezas que pudieran moverse hoy no serán repuestas en la siguiente legislatura ni bloqueadas por el localismo provinciano.

A muchos les sorprenderá saber (y me temo que incluso a algún cercano a la nueva Dirección General) cuanta normativa bienintencionada existe ya (además de lo que deba implementarse) y cuan torticeramente se retuerce. No es solo por falta de castigos, es por imposibilidad de aplicarlos de modo eficiente, lo es mucho más porque no se denuncia o porque se considera dañino solo lo que sangra o huele, pero no lo que resulta coqueto en instagram, lo es porque ni se comprende ni se quiere conocer en profundidad un asunto que no tiene siempre tintes disneyanos y que pocas veces tiene soluciones rápidas y cortas. Cuando en una materia se aúnan tan estrechamente la ciencia y la ética, los atajos dan pésimos resultados.

Podría escribir muchísimo más, con más detalle y más descarnadamente, pero como no estoy segura de que no se me vaya a leer dentro del horario infantil, me limitaré por ahora a decir que ójala me equivoque y en un par de semanas me veais haciéndole una hola tipo tsunami al señor García Torres. Por ahora, solo puedo esperar, mientras procuro no maltratar conscientemente a cuantos se desenvuelven a mi alrededor y me empeño en mejorar mi conocimiento sobre sus necesidades, LAS DE ELLOS.

NOTA: La segunda palabra del título seguramente no existe, pero el movimiento al que nombra está más que extendido.