jueves, 22 de enero de 2015

BG132

Le habían puesto por nombre Segura,  se trataba del espécimen BG132, pero tampoco a mí me gustará llamarla así. No sé si a un quebrantahuesos le importará que los humanos lo llamemos de una u otra manera, pero es mi modo de significar que no es para mí un objeto, ni siquiera un objeto de estudio.

Segura quizá ha tenido suerte, pese a que ha pasado casi toda su vida, en torno a medio siglo, en cautividad. Por lo menos ha estado al cargo de personas conscientes de su singularidad y deseosas de que su especie no deje por siempre los cielos de Europa. Era el ejemplar más anciano de cuantos se controlan en los proyectos de recuperación de la especie y, desde que en 1973 llegó a Dresde procedente de otro zoológico de Estonia, Segura ha llegado a ser madre de once pollos,de el BG124- Joseph- hasta el BG468-David- ya en el año 2005. Cuando ya presentó problemas de vista y de movilidad, la trajeron  a reposar en Cazorla, donde murió hace unos días.

Todas estas cuestiones se pueden encontrar en las noticias de agencia y en los registros del centro de recuperación. No me cabe duda de que sus cuidadores estarán entristecidos y de que han procurado hacerlo lo mejor posible, pero como casi siempre, a mí me duelen también otras cuestiones. Yo no he visto a Segura sino en foto, pero esa imagen de gigante atrapado no se corresponde con aquel quebrantahuesos,único que alcancé a mirar cuando era niña, libre, terrible, inmenso, como los describiera mi abuelo, que si los había conocido, cuando nos contaba sus lejanos tiempos de pastor por los montes. Segura ha dejado sus genes en casi una docena de quebrantahuesos y surcará los cielos a través de sus plumas y mirará los riscos con sus ojos de fuego y es posible que su aportación haya permitido que otra generación pueda admirar las alas desmesuradas y poderosas, como solo pueden serlo las de un quebrantahuesos adulto, abriéndose a los aires de esta Europa que maltratamos tan a menudo y de tantos modos como se nos ocurren a los humanos, pero esta convicción no impide que por un buen rato se me ocurra pensar que acaso ella, BG132 o Segura, o como se llamen a sí mismos estos colosos alados, hubiera preferido ser sencillamente una hembra más, sin que  le controlasen si pone o no, si se empareja con X o con Y ni en qué peña aterriza para tomarse un respiro.

Los humanos occidentales somos así, pasamos décadas destruyendo hábitats y habitantes hasta que un buen día levantamos los ojos al cielo y caemos en la cuenta de que nos falta algo. Entonces empezamos a tomar medidas para desandar lo andado, como si no supiéramos de sobra que ese camino no tiene retorno, que puede tener caminos paralelos, sinuosidades y recodos, pero que no volveremos al punto del que nunca debimos partir, así pues, para reparar un poco los rotos al traje, toca elegir males menores, por supuesto males elegidos y evaluados por nosotros. A veces llegamos a olvidarnos de que los son, a veces por ingenuidad, otras por cinismo y otras por prepotencia,  nos entusiasmamos por los avances sin valorar bien a fondo que lo hacemos sobre el lomo literal y figurado de ejemplares como lo fue Segura, nunca más plenamente libres, nunca más autónomos, por más que nos cataloguemos en el grupo de los buenos y a ellos en el de los héroes. No es bastante.

Esta mañana no me sirven los buenos números, esta mañana solo puedo dar las gracias y pedir perdón. Vuela en paz.


sábado, 17 de enero de 2015

¿Tenencia responsable?

Hoy vamos a ampliar aún más la cuenta de amistades, lo temo...Pero será más justo permitir que cada uno decida si quiere seguir adelante y leer las entradas a este blog un tanto errático y que nunca ofrece soluciones, sino nuevos conflictos. Hoy, en la línea habitual, volvemos a las andadas con otra reflexión  que me asalta cada vez con mayor frecuencia.

Son muchos ya los años que dedico parte de mi esfuerzo a procurar que otros tomen conciencia y mejoren su modo de tener en cautividad a los animales. Me sumo con frecuencia a los proyectos que promueven la llamada tenencia responsable, pero siempre me quedo con mal sabor de boca, siempre me parece que peco de tibia al exponer las cuestiones.

Entiendo muy bien cuando me acusan de perfeccionista, pero también comprendo que muchos de nosotros no queremos más dudas o, dicho en lenguaje familiar, no más comeduras de tarro. No puedo evitarlo, que siga trabajando, que preste mi voz a esas campañas que menciono o que yo misma intente hacer de la cautividad de muchos seres vivos algo más llevadero, no impide que siga planteándome cuestiones y la más directa, la que sigue rondándome la mente cuando cierro el portátil y recojo los trastos, es siempre la misma ¿Es compatible el término tenencia con el adjetivo responsable? ¿Es responsable tener?  ¿No es  más bien no tener el gesto de auténtica responsabilidad?

Entiendo, por supuesto, el concepto que mis amigos y yo estamos transmitiendo: conozca usted al animal con el que ha elegido vivir y adecúe  sus modos a las necesidades de éste, pero entonces ¿Dónde cabe la posesión? ¿Es necesidad de mi mascota que yo la tenga? La realidad es que casi siempre  la respuesta es no, pero tristemente en algún caso debemos responder que sí. Hemos generado tal entramado de dependencias que muchos animales precisan ser tenidos por alguien para sobrevivir, incluso más, para permitir que  puedan sobrevivir otros animales y perdurar no ya como individuos, sino incluso como especies. Cada año, en el llamado mundo civilizado nacen centenares de animales que, una vez nacidos, solo tienen posibilidades de sobrevivir sin daño para ellos mismos ni para otras especies cuando están controlados por humanos conscientes-solemos decir responsables.

Y es aquí donde ese concepto de responsable adquiere un sentido que muchos tenedores no acabamos de asimilar. Tener a uno o varios animales, más que poseerlos debería significar custodiarlos, resguardarlos del daño, protegerlos. Cada persona que conozco y que dice amar a los animales está convencida de estar desarrollando esa tarea, pero tristemente no es así. deberíamos protegerlos incluso de nosotros mismos. Proteger no significa acomodar y manejar cómo, cuándo y dónde yo quiero, sino resguardar del daño. Pero ¿Cuál es el daño objetivo? ¿El que percibe el humano protector, el que concibe la sociedad en que ese humano vive, el que percibe el propio sujeto protegido, el que dicta la ciencia actual...? Difícil, muy difícil llegar a un consenso.

Pero este es mi blog, así pues, voy a definirme. No creo estar en posesión de la verdad, sólo cuento en voz alta como lo veo hoy, confiando en que, más que seguirme como a un gurú, los que me leen se hagan preguntas.

A mi entender, daño será todo aquello que los vulnera como seres completos, eso incluye pues un montón de prácticas que son socialmente aceptadas, al hecho de esta posesión, que sería pues el primer daño, tendremos que sumar cuantas elecciones peculiares hacemos cada día los pretendidos propietarios o poseedores y que no son estrictamente imprescindibles ni para su continuidad como especies ni tan siquiera para la supervivencia como ejemplar: Cada uno de nosotros decidimos si nuestra mascota tendrá o no pareja, si jugará o no con congéneres, si tendrá o no una jaula, un espacio propio en el hogar, si saldrá o entrará cada día y a qué horas lo hará, si podrá o no aprender a ser un espécimen completo... Tenencia claramente entendida al modo humano y eso es posesión, no custodia.

No importa si el animal ha llegado a nuestro hogar por un intercambio de dinero o por una adopción. Una vez accede a la convivencia con nosotros, pasa a estar sujeto a nuestras reglas más o menos rígidas, a nuestros modos de entender nuestras vidas y la suya, a aquello que condiciona nuestro día a día. Los seres humanos revestimos nuestro egoísmo con múltiples artificios para no reconocernos que todos, del primero al último, aunque sea en modos diversos, tenemos en nuestro fondo esa propensión a gestionar, a manipular otros seres vivos mucho más allá de lo puramente imprescindible para su supervivencia y para la nuestra.

Cuando hablamos de tenencia responsable, en realidad, estamos hablando de una  posesión que intenta minimizar los daños de nuestro egoísmo.  El día que el ser humano sepa dejar absolutamente libres a todos los seres vivos que le rodean sin causar con ello un nuevo daño,  habrá dado un salto en la evolución, pero para ello, hemos causado ya tantos estragos, que van a necesitarse varias generaciones responsables.Por mi lado, arranco este año nuevo, con un poco de contrición y propósito de enmienda a ver si voy logrando transformar mi tenencia en custodia, trabajo por esa custodia responsable  y voy sembrando, incluso en mí misma, la idea de una no tenencia futura aún más responsable. Estamos en ello.