miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿COMER CON LOS OJOS?

   Cuando hace años, a algún fabricante de comida para animales se le ocurrió abrir una línea para loros se centró, como suele ser común, en los aspectos prácticos y en lo que por ese tiempo se conocía sobre nutrición. Tengo que suponer que le movía una buena fe encomiable y que el asunto del lucro era una parte del total y no el fin único. Fue seguramente también la buena fe la que siguió moviendo a la mayoría de quienes han seguido sus pasos y  la que, dada la baja aceptación por parte de las aves de aquellos primeros preparados, les llevó a mejorar la palatabilidad y el aspecto final, tomando en consideración no solo el cálculo matemático inicial, sino colorido, tamaño, olor, forma y las restantes variantes que hoy podemos hallar en el mercado.

Mi capacidad para creer, sin embargo, se ve empañada con cierta frecuencia cuando asisto a congresos, conferencias o conversaciones donde encuentro que no se responden ciertas preguntas o que quienes son interpelados han decidido motu proprio no dar importancia a ese aspecto que a mí también me preocupa.

Me preocupa, por ejemplo, que se me ofrezcan como excelentes dos o tres productos del mismo fabricante que resultan no ser iguales en sus contenidos declarados pero que reúnen cualquiera de ellos “todos los ingredientes para la perfecta nutrición de mi ejemplar” ¿Cómo puede ser eso posible? Si el producto A es perfecto ¿Por qué el producto B -igualmente perfecto a decir del mismo fabricante- no tiene los mismos índices nutritivos? ¿Qué decir sobre hurtarme detalles en las etiquetas con expresiones como “Colorantes, aromas y aditivos autorizados”? ¿Autorizados por quién y para qué? Pues en la mayoría de casos, autorizados para consumo humano, lo cual no quiere decir que sea inocuo, sino que se han dado permisos (o más bien, que las autoridades no se han pronunciado en contra).

Y ¿Qué quieren? No llego a asumir que algo que yo como humana consciente debo consumir con cautela o incluso evitar, pueda resultarle inocuo a un ser que, hasta donde sabemos, tiene una condición bastante menos omnívora que la mía,  amén de un peso corporal que es casi sesenta veces inferior. Supondrán algunos que soy de esas personas a las que una buena teoría de la conspiración bien orquestada le hace mella y que por eso me resulta inquietante. No diré que no haya caído en alguna, pero procuro informarme antes de entrar en pánico y también intento hacerlo en este asunto. He puesto manos a la obra hace bastante tiempo y, además de tirar de mi memoria (que podía fallar desde los lejanos tiempos de universidad) me he peleado con revistas y bibliografía y he confirmado que sigue sin ser oro todo cuanto reluce.

Para comenzar, muchos particulares confunden el que un colorante sea natural con que sea beneficioso. Natural significa que no ha sido elaborado industrialmente, que tal colorante existe en la naturaleza y puede ser extraído de ella para ser utilizado. Los colorantes artificiales se sintetizan en laboratorios y pueden ser o no aptos para ser ingeridos.Es de suponer que todo colorante autorizado, cualquiera que sea su forma de obtención, deberá ser apto para su ingestión. Pero ¿a qué nos referimos con apto? Pues ahí entramos ya en terrenos complicados.
Sabemos hoy por publicaciones científicas, que algunos colorantes naturales autorizados se han asociado a alergias, a alteraciones sanguíneas en animales de laboratorio,a casos de hiperactividad, que pueden tener efectos acumulativos… Algunos de los artificiales más comunes también están bajo sospecha. Que continúen autorizados suele deberse a que la incidencia de esos casos ha sido proporcionalmente baja en humanos. Pero ¿Cuántos de ellos se han ensayado en papagayos? La respuesta se acerca suficientemente al no sabe/no contesta. 

 Así las cosas, sólo me cabe tomar algunas notas particulares y compartir el detalle, que cada cual elija su camino.Muchas de las ideas que con todo esto se me plantean sirven también para mí como humana consumidora, pero creo que a estas alturas a pocos tendría que explicarles que eso de “comer con los ojos” es una verdad a medias. Ni las frutas más bonitas son siempre las más sabrosas ni algunos de mis alimentos favoritos son lo que podemos decir estéticamente bellos. 

Pero vuelvo a los papagayos. La naturaleza les ha dotado de una percepción ultravioleta que consigue por ejemplo que aprecien el punto de maduración de un fruto conocido sin llegar a probarlo con su pico, les ha dotado de un sentido del gusto bastante más desarrollado que a otras aves, de forma que resulta bastante complicado que acepten medicamentos de olor o sabor intenso, que beban aguas medicadas con productos que las tiñen ¿Pretendemos engañarlos? ¿O nos engañamos nosotros?

Pensemos un poco más a fondo. Si un producto perecedero pierde olor, color, si cambia de textura, significa también que está cambiando sus propiedades, si lo escondemos, sencillamente no estamos dando al papagayo lo que creemos, sino otra cosa. Si la situación se prolonga, podrán sobrevenir carencias y daños. ¿Era eso lo que me plantee al elegir el “producto completo que satisface todos los requerimientos y bla bla bla”? Imagino que no.Además, si incluyo sustancias de este tipo, estaré, como poco, dando trabajo extra a sus “órganos filtro”. Tampoco eso entraba en mis planes.

Voy a añadir otro elemento de duda más. De esos colorantes naturales y autorizados varios de los más usuales son de origen animal. Así pues, yo, que me pienso muy mucho qué productos podré usar con un animal muy notablemente vegetariano ¿Voy a suministrarle con fe ciega productos animales sin apercibirme de ello? Cuando este uso se prolonga por los muchos años de vida, tal vez lo que era un aporte mínimo empiece a pasar factura. ¿Me lo había contado alguien? ¿Lo sabe acaso ese gurú del saber papagayístico que todo me lo remedia con pellets? A menudo llego a la conclusión de que no, pero lo mismo soy demasiado “tiquismiquis”.

Otros aditivos son minerales, minerales a los que un papagayo, claro está, no habría tenido acceso si yo no eligiera incluirlo en su menú de mascota. Por ejemplo ¿Sabemos cuánto hierro no orgánico suministramos a lo largo del año a un papagayo que toma una dieta basada en pellets coloreados? ¿Lo tenemos en cuenta nosotros o nuestros veterinarios cuando aparecen picajes, daños hepáticos y otras alteraciones  que en otros contextos se asocian al exceso de ese elemento? Mi respuesta vuelve a ser que no y la experiencia me lo ha mostrado.

A alguno de los que me lea, quizá mis alarmas y mis dudas puedan resultarle excesivas, pero si hace más de dos décadas no me inspiraban simpatía los preparados industriales, hoy, después de la experiencia práctica directa y de profundizar en el estudio y las lecturas técnicas, sigo sin entender por qué unos animales a los que considero inteligentes y con amplísimas capacidades perceptivas, deban ser adiestrados a comer cosas que a mí misma no me convencen. Sé que todo menú ofrecido en cautividad va a ser imperfecto, pero en mi pelea por reducir esa imperfección, sigo incluyendo el evitar que entren por su pico productos que a duras penas me entran a mí por los ojos.


NOTA (o traducción de apoyo a navegantes de las claves alfanuméricas que encontramos como información en las etiquetas y que a la mayoría dejan más bien a oscuras):

  • E-1… son colorantes. Proporcionan una coloración más llamativa, más intensa o sencillamente diferente del producto inicial.
  • E-2… son conservantes. Ayudan a que el producto dure más
  • E-3…son antioxidantes. Evitan que el producto se altere, por ejemplo por exponerlo al aire
  • E-4…son emulgentes, espesantes, gelificantes… es decir, aportan textura
  • E-5…son antiaglomerantes… Se usan para evitar grumos y cambios de consistencia
  • E-620 a 635 son potenciadores del sabor
  •  E-950 a 967 son edulcorantes




miércoles, 3 de septiembre de 2014

Consejos de veterano

  Queridos amigos, me dirijo hoy a vosotros con el afán divulgador que me caracteriza para recomendaros una saludabilísima práctica que la mayoría ignora:
   Sabido es que el ser humano nació con dos patas largas al final de su tronco, razón por la cual está clarísimo que su objetivo principal debe ser correr. No más humanos en automóvil, apoltronados en el  sofá o esperándonos sentados mientras nosotros jugamos alegremente en nuestro parque o volamos a su alrededor.

   ¿Tienes la suerte de vivir en Europa y tener uno o varios humanos para ti solo? ¡No te cortes! Con una cuerdecita o un arnés al brazo, haz que corran, que caminen, que suban y bajen. No importa  que parezcan no necesitarlo, la nuestra es una percepción errónea, de animales que nunca podemos ponernos plenamente en su lugar. Aunque no lo parezca, tu humano está pidiendo a gritos salir a la calle y que le obligues a zascandilear por doquier, moviendo esas piernas que en otro caso no tendrían sentido. Hay innumerables estudios que prueban que un humano que usa las piernas es más feliz.

   No te dejes ganar por su aparente cansancio, por su aparente falta de ánimo. Fíjate qué sonrosaditas sus caras, qué brillo de ojos y qué manera de resoplar cuando por fin consigues que se lancen a la carrera, tanto mejor cuanto más escarpado sea el terreno, tanto más estimulante cuanto más arriesgada parezca la práctica. ¿Y te has dado cuenta cómo gritan de entusiasmo cuando te alejas y deben acelerar para seguirte? No dejes de hacerlo un par de veces por sesión.

     Es cierto, algunos humanos son bastante tontos y se resisten  o se enredan en los fiadores, otros se desorientan y pueden perderse o despeñarse por laderas demasiado escarpadas. No te apures, piensa que hay tantísimos que una pequeña pérdida no tiene importancia, sirve aun bien mayor y el índice de probabilidades de que suceda es bajísimo. Y si aún así continúas sin verlo claro,  puedes también atreverte a sacarlos sin elementos de fijación. Nada hay como el free-run.  Evita comparaciones, huye de cansados entrenamientos y procesos de educación. Un humano que conoce su casa y degusta los canelones en un mismo hogar desde niño -lo que algunos llaman acondicionamiento-no se va a marchar lejos, menos aún si tiene que volver para el almuerzo (Por eso es aconsejable que al comienzo le hagas practicar antes de permitir que pruebe siquiera el desayuno). Si de verdad aprecias a tus humanos, no dudes en poner en marcha tus sesiones de Free-run. Te lo dice este loro veterano.