viernes, 3 de marzo de 2023

¿Y AHORA QUÉ?

 A mis compañeros de fatigas:
Ya está aprobada en el Congreso de los diputados la dichosa "Ley de protección y bienestar de los animales".  Falta el trámite del Senado y la devolución al Congreso, aunque en esta parte del proceso casi nunca ocurre nada significativo. Se diría que ahora solo cabe lamentarse, pero debemos seguir peleándolo; pero sobre todo, estos sucesos deberían servir a tantos colectivos como vamos a vernos afectados por ello para hacer un exhaustivo análisis de conciencia. Hace meses que advertía en este blog y en otros ámbitos del "No todo vale" No se trataba solo de hacer bulto, de parecer muchos, sino de ser pedagógicos. Estábamos enfrentándonos a algo que muchos ciudadanos, incluidos diputados llamados a votar sobre ello,  desconocían o conocían mal y no debíamos dejarnos arrasar por los colectivos más vociferantes y, en muchos casos, por los más alejados de nuestros principios. No hemos sabido hacerlo. El que los animalistas más radicales llaman el "lobby de la caza" ha sabido torcerle la mano al gobierno usándonos como ariete para lograr su objetivo. Sí, los perros de caza quedan fuera de esta ley, no así tantos seres vivos que, si  la norma aparece en el BOE en los términos actuales, se verán desahuciados figurada o literalmente. La ley podía cambiarse en el futuro por estos u otros gobernantes. Los daños que cause su aplicación hasta ese cambio, por contra, no serán plenamente reversibles.

Así las cosas, ahora podemos dedicarnos a seguir insultando a los podemitas y perroflautas, podemos seguir dando vivas a la unidad de España y a los Tercios de Flandes mientras se sacan las castañas del fuego y recaban votos quienes han sabido ser más listos que nosotros. ¡Si hasta los propios animalistas usaron nuestra última manifestación para apuntalar sus demandas en los medios! Sí, ya sé. Ellos malos ¿Y nosotros? Nosotros TONTOS, mucho. Podemos perder en este camino vidas y haciendas, pero no hemos sabido defenderlas, asumámoslo rápido y vamos cuanto antes a corregir lo poco que cabe: recursos, recogidas de firmas, reuniones con otros partidos y pedagogía, toda la posible... Vamos tarde, pero sobre todo, seguimos yendo mal.

Me espanta que cualquiera pueda pensar que defiendo la tauromaquia o la crianza intensiva de cualquier especie; desde hace décadas me esfuerzo en generar conciencia y en contribuir a desterrar prácticas aberrantes de algunos veteranos, pero lo que le está quedando al gran público es que no queremos el bienestar animal, que no nos importa el maltrato. No podemos hablar para "los nuestros". Primero porque ellos ya están convencidos, segundo porque ha quedado clarísimo que quienes mueven pieza en este asunto saben muchísimo más de marketing que de ecología o de biología, así que de una repajolera vez tendremos que dejar de sentirnos "los elegidos" y jugarles en su terreno y con sus cartas. Podríamos hacerlo si, en lugar de lamernos las heridas o de valorar lo bien o mal follada que esté una ministra -Disculpad la grosería, pero de este tenor son algunos "argumentos" que os he escuchado- explicáramos las cosas a quienes pueden hacer cambiar el enfoque, el gran público, los que serán sus votantes. 

No nos engañemos, los otros, los que ahora se nos venden como aliados, no dudarán en dejarnos con dos palmos de narices si los vientos soplan de su dirección, porque es mentira que les importen nuestras cuitas. Han tenido décadas para protegernos, para generar leyes que nos amparen a nosotros y a nuestros animales y no lo han hecho. No vengan ahora a decirnos lo bien que lo harán cuando estén colocados, porque no me lo creo. Nos va a tocar pelear cada milímetro de avance, no van a "darnos" nada que no les sea rentable en los términos que conocen, la rentabilidad monetaria directa.

Caemos en el error de dejar que el relato vaya por derroteros que no corresponden. Permitimos que en nuestro nombre se llame dictadura o fascismo a lo que no es sino un apaño mal tramado y con ello ahuyentamos a personas que podrían servirnos de respaldo. No deberíamos permitir que sigan confundiéndose las cosas, porque en ese río revuelto pescan los más inesperados individuos. El asunto de las patrias, los nacionalismos, las identidades, puede interesarnos o no a quienes hoy nos oponemos a esta ley, pero NO ES ESE EL ASUNTO QUE NOS OCUPA AQUÍ.

Como digo, estamos yendo muy tarde ¿Cuántos Jorgejavieres, Daniroviras y otros similares sumamos en nuestras filas? Hemos visto a estos personajes -solo por poner ejemplos- aparecer en prime time con sus perros rescatados, pero ¿Cuántos reportajes conocemos de personajes célebres que nos cuenten de sus exóticos y de cómo éstos son parte de su familia? ¿Cuántos a nuestro alrededor saben hasta qué punto puede ser perjudicial para el bienestar de un exótico sacarlo del entorno familiar en que ha pasado su vida? ¿Cuántas personas desconocen todo sobre nuestras demandas, incluido aquello en que podrían apoyarnos?

Compartimos bulos, maledidencia y sectarismo porque nos hemos enrabietado, como si tantos años de compartir tiempo y cobijo con nuestros compañeros no nos hubieran enseñado que esas rabietas y esos ataques extemporáneos son perjudiciales, como si no les hubiéramos visto aplicar sus estrategias y su astucia una y mil veces. Tengo poca esperanza, cada vez menos, pero me la están hurtando sobre todo muchos de quienes un día consideré "congéneres" porque los veo como a los ñús aterrorizados del Masai Mara, empujándose hacia los cocodrilos en una fuga suicida. 

Queridos amigos que de verdad amáis la fauna, quienes de un modo u otro os dedicáis a ella, va siendo urgente cambiar de pautas. Este texto va a salir con toda su carga de imperfecciones, tiene toda la pinta. Podremos pedir su retirada y podríamos exigir cambios también en el futuro. Nada se ha terminado, pero será cada vez más difícil si seguimos sin sustraernos a la burricie, a lo vocinglero, a lo sucio. No es ese el mensaje que tendríamos que estar transmitiendo. ¿Por qué no nos vale esta ley? Ese es el asunto que nos aúna y nos tiene aquí. Ese es el que seguimos sin haber explicado como merece.

No me vale la ley porque NO PROTEGE, porque IGNORA la ciencia, porque ES ESPECISTA  como ninguno de nosotros nos hubiéramos atrevido a serlo, porque DESCONOCE LA REALIDAD ACTUAL DEL SECTOR, porque INTENTA IMPONER UN MODELO NO CONSENSUADO DE GESTIÓN DE FAUNA, porque PERJUDICA A UN EXTENSO NÚMERO DE EMPLEOS Y PROFESIONES SIN OFRECER ALTERNATIVAS, porque DEMONIZA A DEMOSTRADOS DEFENSORES DE FAUNA Y FLORA, porque ABOLE DE FACTO CONVENIOS INTERNACIONALES DE LOS QUE ESPAÑA ES SIGNATARIA, porque NO DOTA MATERIAL Y ECONÓMICAMENTE para su puesta en vigor pero sí precariza muchas entidades existentes, porque ESTÁ TÉCNICAMENTE MAL REDACTADA DESDE EL PUNTO DE VISTA LEGAL, porque GENERA CONFLICTOS DE COMPETENCIAS ENTRE INSTITUCIONES, porque PRETENDE INTERVENCIONES Y CONFISCACIONES que vulneran la seguridad jurídica de los propietarios y profesionales, porque VULNERARÍA EL PRINCIPIO DE NO RETROACTIVIDAD... Es todo esto y mucho más lo que necesitamos contar y es lo que, lamentablemente, solo le hemos sabido decir a quienes ya están en ello y a nosotros mismos, pero no a nuestros vecinos, paisanos, conciudadanos. Así nos sigue luciendo el pelo y, lo peor, así les lucirán pelo, plumas o escamas a esos seres vivos a quienes esta ley no protege, pero tampoco nosotros estamos sabiendo hacerlo.

Ana Matesanz.





miércoles, 18 de enero de 2023

NI PROTECCIÓN,NI RESPETO, NI DEFENSA DE DERECHOS

 Han pasado muchos meses desde la última entrada y muchísimo tiempo desde que me pronuncié respecto a lo que entonces era un anteproyecto sin tramitar. El tiempo no solo no ha resuelto los problemas, sino que parece que algunos se enquistan o se complican todavía más. Vuelvo por ello sobre el tema de la pretendida “Ley de protección animal” o lo que otros han dado en llamar “Ley animalista”. Como simplificaciones para andar por casa me puede valer cualquiera de estas denominaciones, pero ninguna de ellas es ajustada. Si animalista es, según la RAE, quien defiende los derechos de los animales, este proyecto se aleja bastante de tal definición; por otro lado, atribuir sólo a este proyecto y a quienes lo defienden tal condición, significaría que quienes estemos contra él no defendemos tales derechos. Nada más incierto. Demasiados defensores, profesionales y amantes  de la Naturaleza hemos expresado ya cuanto de pernicioso podría tener la entrada en vigor de esta norma. Tampoco sirve la generalización “protección animal” ni siquiera la oficial de “derechos de los animales” ya que son innumerables los desatendidos y perjudicados por este pretendido escudo.

Existe entre los políticos en general y entre los promotores de este texto en particular una propensión al mesianismo que asusta. Se creen llamados a una personal cruzada que emprenden desde la ocurrencia, guiados acaso por un deseo del bien que poco o nada ha tenido en cuenta a los sujetos receptores del supuesto beneficio. Al igual que el sacerdote célibe se permite guiar, adoctrinar y hasta condenar a la mujer casada (por poner un ejemplo), llegan este tipo de “sacerdotes del animalismo” con su infalibilidad sobrevenida mágicamente, sin conocimiento alguno o, a lo sumo, con un conocimiento sesgado y muy incompleto, a dictar cuanto debe hacerse y cuanto prohibirse con el criterio de “regulo aquello que me interesa y prohíbo lo que desconozco para no tener que complicarme”. El dogma, de nuevo como en la religión, no admite dudas ni matices. ¡Dónde íbamos a parar, oiga usted!

Como persona que siempre me he tenido por progresista, me duelen muy especialmente estos afanes punitivos y prohibicionistas. Ni la ley seca acabó con el alcoholismo, ni la ilegalización de las drogas ha acabado con su tráfico. La prohibición de especies no resolverá su tráfico, solo va a acrecentar el contrabando, como ya se ha visto, trágicamente, en demasiadas especies hoy listadas en CITES. Sin duda es necesaria una regulación, pero un mal no desaparece porque publiquemos su prohibición en el BOE y por este camino, dañaremos aún más a lo que se dice estar protegiendo. Proliferarán, como ya ocurrió en otras ocasiones, las ventas en negro, el contrabando y el oscurantismo, quienes puedan conseguírselos, seguirán teniendo los ejemplares que les parezca bien. Me limito a poner un ejemplo que igual conocen , el afamado guacamayo de Spix-Sí, el de la famosa película Río- Cuyo comercio prohibido no impidió que algunos multimillonarios del mundo dispusieran de ejemplares en sus aviarios particulares. Fue precisamente una suerte de amnistía y varios acuerdos internacionales lo que permitió aflorar un plantel suficiente como para intentar la cría en cautividad y los programas de reintroducción en naturaleza.

Han sido precisamente la cría ordenada en cautividad y la puesta en valor para el gran público las que han ayudado a que muchas especies estén hoy consolidadas, han sido las enseñanzas de la zootecnia y la zoología las que han permitido recuperar especies y hábitats. Ha sido la posibilidad de verlos de cerca e interactuar con ellos la que ha promovido el interés de los ciudadanos de a pie por muchísimos de estos seres vivos que, en efecto, son sintientes. Animo a las gentes de buena fe de los ministerios de Derechos Sociales y del de Transición Ecológica a leerse, por ejemplo, a Gerard Durrell, que es facilito y no les va a robar mucho tiempo.

Hay que crear conciencia y promover el respeto, síiiiiii. Desde la información, desde la educación, desde el conocimiento sano, alejado de la humanización, del peluchismo, del antropocentrismo. Se puede hacer mucho, muchísimo y muy bien. Es imprescindible, pero no es así. Infórmense sin sesgo. Hagan hueco a la ciencia y aparquen la mitología. Solo puede protegerse aquello que se respeta y sus modos no están siendo en absoluto respetuosos. La ignorancia mata y la muerte no es reversible.

Háganse un favor y no pongan más en evidencia su ignorancia, dejen de mentir y de mentirse. NO ES VERDAD que todos cuantos no queremos esta ley no defendamos el bienestar animal. Es precisamente porque lo defendemos, porque llevamos años defendiéndolo por lo que muchos de nosotros nos oponemos frontalmente a su proyecto. En mi caso, es más que probable que, entre pitos y flautas, de acabar saliendo adelante este texto, lo haga cuando yo esté ya al final de mi carrera profesional, pero no por ello dejaré de asistir espantada, como verdadera amante de la naturaleza, a los resultados de la puesta en vigor de un esperpento como el que tienen ustedes en tramitación en el Congreso. Están a tiempo de retirarlo, ignorar cantos de sirena y rehacerlo con conocimiento de causa (si lo que de verdad quieren es la defensa de los derechos de los animales y no los de un oscurísimo lobby  con demasiados tentáculos y poca afinidad con los cefalópodos). Hay centenares de especialistas dispuestos a informarles.