viernes, 21 de marzo de 2014

ANA ESTÁ DE VUELTA

Parece ser que a Ana le está costando demasiado adaptarse a su vida de guacamaya libre y asilvestrada. Ana es una hembra joven que, contradiciendo la ilusoria visión de muchos humanos poco o mal informados, no solo no se regodea por las selvas costarricenses, sino que encuentra problemas para desenvolverse en ellas.

Ana es sólo una más de los jóvenes guacamayos ambigua que forman parte del programa de reintroducción del Proyecto Ara, guacamayos con los que se está trabajando concienzudamente, planeando su integración en una bandada, guiando para la vida libre en los que nunca debieron dejar de ser sus territorios... Pero Ana, por alguna razón, no se conduce en el modo esperado, no bebe lo suficiente, no se alimenta bien y acaba necesitando nuevos re-rescates y nuevas re-rehabilitaciones... Yo le deseo toda la suerte del mundo, porque, egoístamente, me la deseo a mi misma y espero que, con estos y otros esfuerzos, las lapas verdes sigan tiñendo los cielos de Punta Islita para las generaciones futuras, aunque yo solo pueda verlos en fotos.

Y, sin embargo, el hecho me lleva a plantearme numerosas dudas y algunas certezas...Si un ave como Ana, teóricamente preparada, no solo no es capaz de integrarse, sino que tampoco lo es de buscar regreso al lugar en que disponía de agua, comida y cuidado, si está a punto de perecer¿Cómo no iban a estarlo la inmensa mayoría de los loros europeizados en territorios aún menos aptos para ellos?¿Cómo somos tan osados de imaginar que nuestros loros, criados y manipulados en hogares urbanos, disfrutan de que los saquemos a exterior o los volemos por el solo hecho de tener alas? ¿No estaremos confundiendo con hechos nuestros deseos? ¿No estaremos una vez más malinterpretándolos cuando los suponemos "más felices"? No tengo respuesta para ello, pero la experiencia- malinterpretada acaso- me ha hecho entender que no todos los loros que vuelan son felices, ni siquiera los que tienen ocasión de hacerlo en los que siempre debieron ser sus espacios. En cuanto los humanos metemos la mano, por bienintencionada que ésta sea, empieza a fallar esa felicidad genérica...O igual es que como papagayos, no tienen el concepto de felicidad que queremos imaginarles, no en vano son extremadamente inteligentes.

Se me podría decir que Ana es la excepción, pero resulta que no, que ni es el único ejemplar mal orientado ni siquiera el más tonto-Entendiendo tonto, una vez más, a la manera humana-La tonta Ana tiene parientes en diversos proyectos de recuperación y otros que nunca estuvieron al alcance directo de humanos, que también sufren percances tontos.

Mis dudas me llevan a otros derroteros ¿Podemos realmente hacer algo por deshacer lo que hemos estado mal haciendo durante siglos y décadas o estamos como Ana condenados a sucesivos fracasos? ¿Tiene vuelta atrás esta mierda de planeta que tenemos entre zarpas? Si esto, sobre la superficie y a la vista, no somos capaces de enmendarlo del todo ¿Cómo suponer que no nos pasarán facturas las prospecciones, las fracturas y otras variadas ocurrencias cuyos percances sucederán en el subsuelo?... pero por ahí descarrilaría en otros asuntos. Quizá en otra entrada, quizá.

Hoy sigo hablando de Ana, mi tocaya, mi desgraciada tocaya que, como cantaba Facundo Cabral no es acá ni de allá, que tiene edad, más muy dudoso porvenir, aunque yo quiera animarme a pensar que quizá a la tercera lo consiga. Mantendré cruzados mis dedos mientras releo lo escrito y aguardo noticias.

¡Buena suerte, Ana! Por tí y por todos nosotros. Por la lejana, lejanísima esperanza de que mis dudas y mis pretendidas certidumbres encuentren un buen camino.

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